Hay personas que de alguna manera son expulsadas de nuestra vida, con las que se generan situaciones que no tienen retorno. En vez de presionar para lograr la rehabilitación, es necesario aceptar que tal vez en esta ocasión, la vida simplemente nos brindó el encuentro para poder establecer un límite. Solo de esa manera podríamos acceder al amor propio: al respeto, responsabilidad y cuidado de uno mismo, para poder brindarse al otro aceptándolo tal cual es, sin la pretensión de manipular sus formas. Soltar es dejar de estar atado a la pretensión. El estar amarrado es quedarse en la hostilidad del error en vez de ir a la liberación.
En la terquedad o necesidad de establecer un vínculo sosteniendo las razones personales en lugar de los acuerdos se manifiesta la violencia.
Hay encuentros que solo suceden para que podamos con nuestra ley y con nuestros límites. Ese es el gran aprendizaje, el encontrar o definir nuestras formas para poder compartir. Ese es el atributo del amor.
Es precioso saber que la existencia está preparada para los encuentros necesarios con personas que actuarán según nuestro requerimiento para alcanzar nuestra evolución emocional.
Si se sostienen conexiones energéticas que ya fueron disueltas porque caducaron en su utilidad, generan vacío y ese es el camino a la depresión.
El amor es sin fuerza.