El procedimiento requiere de conciencia en presente absoluto para poder observarnos y desacreditar formas que nos atan a los otros y nos impiden constituir nuestra autoridad.
Observa a que cuestiones estas apegado y te impiden avanzar. Observa si lo que te impide liberar es el miedo al cambio. Si es así, reemplaza la palabra miedo por incertidumbre y convertí en tu mente a la incertidumbre en una posibilidad, en una aventura para descubrir un nuevo paradigma, una nueva forma de vida, una nueva versión para expandirte y desarrollarte. Crecer.
Se trata de desprenderte, de cortar aquello a lo que estás tan acostumbrado, que se naturalizó en tu vida, aun pasándolo a veces mal.
Ser lo nuevo. Ser el autor y la manifestación de tu versión. Dejar de ser para la satisfacción ajena y ser para la propia.
Tu costumbre es tu lugar de comodidad, pero es el espacio del estancamiento, de la densidad, de la oscuridad. Allí no hay crecimiento.
Preguntate lo suficiente, no busques ni resultados ni respuestas, porque ahora se trata de hacer el camino.
Ese es el motor de avance para comprometerte a investigar en tus posibilidades y dar a luz propuestas.
Aprende en este tiempo a encontrarte con tus límites, para obtener una buena forma para implementar. Aprende a decir que “no”. Ya no más complacencia como forma de tener socios. Ahora compartir sin sometimiento ni abusos.
Ya no le entregues tu tiempo y tu espacio a los otros. Este es tu tiempo de saber quién eres para dar de ti y entregar de tu luz.
No recurras al enojo como forma. Eso es cosa de niño. Exprésate y realiza tu tratamiento espiritual con los otros sosteniendo tu ser pero siendo flexible, permitiendo el intercambio de ideas, escuchando atentamente a los otros, ellos tienen otros elementos diferentes a los tuyos, recibilos. Así te descubrirás envuelto en la riqueza del compartir.
Este es el verdadero camino del ser sano para desarrollarse en un cuerpo y una mente sana. Solo siendo libres haremos nuestro destino.