Es la facultad que tiene una persona para obrar según su criterio, con la independencia de la opinión o del deseo de otro.
Claramente la educación recibida en los primeros años de vida nos condiciona a ser lo que nuestros padres necesitan que nosotros seamos; tanto para sostener su seguridad. Pero el precio de confirmarlos a ellos es perder “nuestras formas”. En la sumisión u obediencia a sus maneras o modos se inhiben la exploración y el encuentro de nuestra identidad.
Es más, la ausencia de discernimiento de las formas aprendidas de ellos genera que reguemos aquellos aspectos que contiene la semilla que son negativos pero que por honra al modelo lo seguimos expandiendo.
Te invito hoy a discernir; distinguir mediante el intelecto cuales son los aspectos negativos en las conductas de tu padre y de tu madre, no para que pases tu reclamo, sino para que te rescates del lugar de niño y abraces al adulto con la autonomía suficiente de elegir quien quieres ser.
Dejar de ser el modelo para ser el autor.
Tomando conciencia de esos aspectos negativos para quitarlos, entendiendo que es necesario sostener la tarea porque muchas formas están tan naturalizadas que emergen en automático.
Pensá por un momento:
- Qué ideas, creencias acerca de tu economía, acerca de tu forma de vida, acerca de la manera de vincularte sentimentalmente están aún hoy arraigadas al modelo del pasado. Las descubriste?
- Ahora pensá y date la oportunidad de escucharte y sentir tus deseos y necesidades para implementar tus formas.
Nadie puede entregarte el saber; la sabiduría es la síntesis entre los conocimientos socialmente aprendidos, los académicos, y la síntesis generada por la propia exploración y la experiencia vivida. Así cada persona va tomando contacto y apropiándose de su verdad, sin dependencia, en autonomía.
Conquistar la autonomia, por otra parte, es conquistar tu estado de libertad. Existen varias formas para hacerlo:
- Aprender a quedar bien con vos en vez de buscar ser aprobado por los demás.
- Hacer silencio en vez de llenar espacios con palabras.
- Tener la capacidad de decir “No” cuando sea necesario.
Te invito a explorarte en tu diario vivir; a ir a esos espacios y situaciones a los que nunca llegaste por miedo a no poder controlar tu sentir, por miedo a desobedecer la norma.
Te doy la mano para crecer haciéndote cargo de tu vida y siendo consciente y responsable de tus propias elecciones. Recuerda que nadie puede ser verdaderamente bueno si alguna vez no fue malo.