Muchas veces habrás escuchado esta propuesta: meditar; y seguramente te sobrevino cierta curiosidad acerca de qué podrías encontrar en la práctica.
Es importante que para empezar sepas que es algo más que natural, que no conlleva ni fuerza ni trabajo, solo disposición de tiempo y de un espacio en el que puedas relajarte y entregarte.
Eso es fundamental: “la entrega”. Te has dado cuenta cuánto te cuesta brindarte tiempo a ti mismo. Tiempo “no productivo”, simplemente tiempo libre de acciones.
Meditar no es trabajar, no es hacer, no es “lograr”, solo es entrega. Es el tiempo que te espera a ti para abrazarte.
El instrumento eres tu y tu ser.
Meditar es entregar todo para simplemente ser sin espera de resultados, de obtener ideas ni expectativas.
El estado de “no hacer”.
Relajar.
Sería recuperar el estado natural, no invadido por la mente.
Puedes comenzar así: Siéntate y entrégate a tres inspiraciones profundas pero no forzadas.
Inspira suavemente recorriendo todo tu interior desde tu zona genital hasta tu cabeza. Siente como la respiración te recorre y siente el ruido que captura a todos tus sentidos.
No busques; solo respira.
No mires los pensamientos, tan solo deja que ellos sucedan como algo natural. No te entrometas en ellos.
No arregles nada, permitete descansar relajar sin dormir.
Solo deja.
En ese proceso se limpia tu energía. Se clarifica. Luego podrás continuar con tus actividades contando con un gran poder de atención y claridad.
Lo importante es que aprendas a sostener el ejercicio a diario y así un día la meditación simplemente te sucederá y descubriras la experiencia en ti mismo.
No te dejes llevar por experiencias ajenas, descúbrete en tu propio ser y allí te abrirás a todo tu poder interior.