La palabra tiene diferentes orígenes etimológicos. En latín icos donum, se refiere a un talento o una aptitud de la cual podes disponer. Solo se trata de descubrirla.
Para descubrir nuestro don o nuestros dones, necesitamos la ayuda de nuestros padres, es decir «de la mirada atenta de ellos». Son nuestros padres los que descubren nuestras aptitudes y los únicos que pueden regarlas y ofrecernos lo que necesitamos para el desarrollo de las mismas. Si se lo sostiene, el/la niñ@ se descubre a si mism@ en su valor.
Es muy factible que si vos naciste en una generación de hábitos educacionales más rígido, en el que los padres entendían que «el saber» venía de afuera y que el talento era consecuencia «de la varita mágica», hoy aún te cueste descubrirte en tu don.
Pero no te desanimes. Nunca nada es imposible. Posible lo haces vos, porque el único recurso con el que contas sos vos y tu disciplina y determinación de ponerte en acción.
Es muy importante que revises tu manera de pensarte y el contacto con vos mism@ en atención plena.
- No dones tu energía para otr@s que no quieren cambiar. Ahí desperdicias tus dones.
- No dones tu energía (tiempo) en conformar a otr@s. Te pones en un lugar servil y el don se descubre en un espacio de privilegios, porque te ubica en un lugar diferente.
- No dones tu don. Si lo descubriste, valoralo, se te ofreció antes de nacer para amarte en tu desarrollo personal hasta el ultimo día de tu vida.
Aprendé a entibiar tu corazón, tanta sensibilidad como tanta razón. La frialdad es una barrera que te hace improductiv@. Cuando tu corazón se abre al amor y a la razón del mismo, sin interferencia, te abrís como lo hace una flor a su máximo esplendor y ahí el don te hace brillar.