Unos de los grandes inconvenientes que motiva nuestra frustración, o estado de ansiedad, generando irascibilidad o enojo, es la ausencia de claridad o de profundidad en la comunicación.
Nos hemos acostumbrado a lo light, a lo supuestamente divertido, a lo rápido, a lo operativo, sin poder tomarnos el tiempo para hablar en un estado de encuentro común para poder profundizar en nuestras necesidades y alcanzar acuerdos de modo tal que ambas partes encuentren en ese ejercicio su propia satisfacción de poder con ese material que estaba estancando, que lastimaba y no le permitía avanzar.
Quejarse es invalidar el proceso de comunicación. Comunicar es establecer un acuerdo en común.
Es tiempo de salir del estancamiento e ir a un mejor modo de vivir esta fabulosa experiencia de la vida y las relaciones.