Tal como en la decodificación es necesario encontrar las causas para entender acerca de los efectos, con las palabras sucede lo mismo. La palabra es pensamiento manifestado, por lo cual vayan todos entendiendo lo importante que es hablar adecuadamente, sobre todo, elegir bien las palabras porque ellas hablan acerca de como pensamos; y tal como pensamos, creamos nuestro diario vivir.
La etimología u origen de «lástima» deriva del latín y puede traducirse como “calumniar” o “dañar”. ¡Qué interesante!
Muchas veces caemos en las garras de la manipulación, y el/la otr@ nos genera «lástima» y ese sentimiento invalida que podamos tomar las decisiones que necesitamos para nuestra propia evolución; por lo cual nos daña.
En la manipulación existen siempre ciertas calumnias que solemos adjudicárselas al otr@, sin darnos cuenta que son propias, es decir que es ese diablillo interno que nos está controlando sin permitirnos «vernos» es decir «ver» lo que está sucediendo en nosotr@s.
La lástima se experimenta al querer hacernos cargo del sufrimiento de otr@. Es decir que impacta mucho más en nuestra vida la otra persona que nuestro amor propio.
Es como respetar lo ajeno sin respetar lo propio. Es ser responsable de l@s demás sin poder ser responsable de nuestras necesidades. Es cuidar de otr@, sin poder cuidar de v@s mism@. Es postergarte, es procrastinar.
Es importante aprender a ser compasivo con el dolor ajeno, entendiendo que no es propio. Enredarnos en el dolor de otr@ no le hace ni bien al prójimo ni a nosotr@s mism@s.
Este es el tiempo de dejar de vivir la vida de los demás y adentrarnos en nuestro propio valor. Eso no es ser egoísta.
Egoísta es la persona que cree que puede con todo, con si mismo y con los males ajenos. Esa persona no vive ni deja vivir.
Aprendamos a conocernos y a reconocernos.